Esta mañana, de repente, me di cuenta de que casi todos los libros que había en ese momento sobre mi mesa de trabajo eran “de color”:
“Occidente y los otros. Historia de una supremacía”, y “Las emergencias del mundo: economía, poder, alteridad”, de Sophie Bessis, Tunecina, que recibió el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2005 por la segunda obra citada.
“Responsabilidad y juicio” de Hannah Arendt, judía. En esta obra se incluye el discurso que pronunció cuando fue a recoger el premio Sonning 1975, otorgado por la universidad de Copenhague a quienes contribuyen a realizar el ideal y solidaridad mundial. Simone de Beauvoir también recibió el premio.
“Con la cabeza bien alta”, Wangari Maathai, de Kenia, Premio Nobel de la Paz en 2004
“Cosecha robada. El secuestro del suministro mundial de alimentos” Vandana Shiva, India, filósofa, feminista, recibió el Premio Nobel alternativo en 1993.
El único libro “sin color” es “Historia Viva” de la “Gran Jefa Blanca” Hillary Rodham Clinton, que está siendo tratada como los medios de comunicación y la opinión pública creen que se merece, es decir, todo el mundo da por sentado que “antes un negro que una mujer”, y se deshacen en elogios a su contrincante demócrata negro. No hay que olvidar que los varones negros obtuvieron el derecho al voto antes que las mujeres blancas.
Y, en este sentido, Hilary Rodham es tan de color como cualquier mujer.
Las mujeres somos la mitad de la población y podemos hacer que muchas cosas cambien. Les propongo que comiencen a pensar que necesitamos un discurso para el siglo XXI que tiene que pasar necesariamente por lo que decimos.
También me di cuenta de otra cosa: las mujeres recibimos muy pocos premios, es cierto, pero además de los pocos que recibimos, no se habla de ello, como cuando tenemos que oír hablar, hasta que lo aborrecemos, de los premios que se otorgan a los varones. Apelando de nuevo al número de mujeres, les aseguro que podemos cambiar el olor a testosterona de los premios, nombrando también a las mujeres que los reciben y exigiendo, también en esto, que haya paridad.
“Occidente y los otros. Historia de una supremacía”, y “Las emergencias del mundo: economía, poder, alteridad”, de Sophie Bessis, Tunecina, que recibió el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2005 por la segunda obra citada.
“Responsabilidad y juicio” de Hannah Arendt, judía. En esta obra se incluye el discurso que pronunció cuando fue a recoger el premio Sonning 1975, otorgado por la universidad de Copenhague a quienes contribuyen a realizar el ideal y solidaridad mundial. Simone de Beauvoir también recibió el premio.
“Con la cabeza bien alta”, Wangari Maathai, de Kenia, Premio Nobel de la Paz en 2004
“Cosecha robada. El secuestro del suministro mundial de alimentos” Vandana Shiva, India, filósofa, feminista, recibió el Premio Nobel alternativo en 1993.
El único libro “sin color” es “Historia Viva” de la “Gran Jefa Blanca” Hillary Rodham Clinton, que está siendo tratada como los medios de comunicación y la opinión pública creen que se merece, es decir, todo el mundo da por sentado que “antes un negro que una mujer”, y se deshacen en elogios a su contrincante demócrata negro. No hay que olvidar que los varones negros obtuvieron el derecho al voto antes que las mujeres blancas.
Y, en este sentido, Hilary Rodham es tan de color como cualquier mujer.
Las mujeres somos la mitad de la población y podemos hacer que muchas cosas cambien. Les propongo que comiencen a pensar que necesitamos un discurso para el siglo XXI que tiene que pasar necesariamente por lo que decimos.
También me di cuenta de otra cosa: las mujeres recibimos muy pocos premios, es cierto, pero además de los pocos que recibimos, no se habla de ello, como cuando tenemos que oír hablar, hasta que lo aborrecemos, de los premios que se otorgan a los varones. Apelando de nuevo al número de mujeres, les aseguro que podemos cambiar el olor a testosterona de los premios, nombrando también a las mujeres que los reciben y exigiendo, también en esto, que haya paridad.
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