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viernes, 26 de septiembre de 2008

¡Que empiece el siglo Beauvoir!

Ayer, día 25 de septiembre de 2008, nos visitó en Gijón la ilustre filósofa francesa Michèle Le Doeuff, “heredera” de Simone de Beauvoir, aunque ella dice que es una de sus “hermanas pequeñas”. Su conferencia se enmarca dentro de los actos del centenario de Simone de Beauvoir.
Simone de Beauvoir, que nació en Paris el 8 de enero de 1908, es una filósofa, francesa también, que aplicó las categorías existencialistas para estudiar la condición de las mujeres y escribió el texto más importante en este campo del siglo XX: El Segundo Sexo, libro que pasó directamente al Índice de la Iglesia, pero que cambió radicalmente las concepciones morales y epistemológicas que se sustentaban sobre las mujeres. Muchas personas piensan, entre ellas yo, que es uno de los mejores filósofos, empleando el genérico masculino, del siglo XX.
Con respecto a Michèle Le Doeuff, en España la conocemos desde hace bastante tiempo porque su obra L'Étude et le rouet. Des femmes, de la philosophie, etc., ha sido traducida al español como El Estudio y la rueca, Madrid ed. Catedra.
En El Estudio y la rueca, de mujeres, de la filosofía, etc., habla de eso precisamente, de filosofía, de mujeres… y se aprende más de filosofía leyendo este libro que estudiando algunos de los libros de texto de uso corriente. (También la conocemos a través de su pequeñísimo opúsculo En torno a la moral de Descartes, texto que aparece como Apéndice I del libro de Gómez Pin “Conocer Descartes”, y que nos enseñó más de la moral cartesiana que grandes manuales de filosofía.)
En la conferencia de ayer, que terminó con un vehemente ¡Qué empiece el siglo Beauvoir! nos explicó cómo el contenido político de El Segundo Sexo y de las Memorias De Una Joven Formal, está aún por desarrollar y analizó la responsabilidad de la iglesia católica en las ideas retrógradas con respecto a las mujeres, abogando por la laicidad.
Esta conferencia contó con el interés añadido de su presentadora, la filósofa asturiana Amelia Valcárcel, a la que deberemos dedicar algún tiempo.
La ausencia de varones, incluso de los sabios varones de la filosofía, fue notable y explica mejor que cualquier discurso el nivel de conocimiento filosófico de los mismos, pues no asistir a una conferencia de una de las figuras más brillantes de la actualidad deja claro el nivel intelectual de los “filósofos” de esta nuestra ciudad y por otra parte, refleja también lo que en realidad piensan los varones en general con respecto a las cuestiones que atañen a la mejora de la situación de las mujeres. La solidaridad para con las mujeres brilla por su ausencia incluso en quienes son solidarios con todas las causa, aún las más perdidas.
Aunque tampoco hay muchos asistentes a conferencias sobre los saharauis, pongo por caso, o cualesquiera otros colectivos con problemas, hay asistentes masculinos. Cuando se trata de mujeres, no aparecen.
Levanto acta de dicha actitud.

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