Acabo de
escuchar en la radio una noticia, que me parece una excelente noticia: en
Alemania no se permitirá asignar género a personas que nacen con sexo poco
definido según el standard de los dos sexos-géneros.
En octubre del
año pasado, después de una conferencia sobre Clara Campoamor que dí en el
Ateneo de Madrid, tuve la suerte de conocer a una doctora que pertenece a un
equipo que realiza reasignaciones de género y que se mostró interesada por mi
opinión al respecto. Yo acababa de defender vehementemente las palabras de
Clara Campoamor: “(…)
porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos
todos en común.” A sus preguntas respondí que aún no había pensado sobre
el problema, aunque me disgusta la
“tiranía del género”, y entonces me recomendó el libro Cuerpos Sexuados de Anne Fausto-Sterling. Comprendí leyéndolo que,
efectivamente, la realidad es aún peor que mis aprensiones, es una real tiranía
la que se ejerce sobre las personas desde antes de nacer, que va muchísimo más
allá de los colores que se nos adjudican, las palabras que se nos dirige, los
roles y “sentimientos” apropiados, etc., porque la división en géneros
normativos coacciona la vida de todos los seres humanos.
No se
trata de preferencias sexuales, porque el patriarcado es aparentemente homófobo,
pero es homosexual en la práctica; se trata de la imposición de un modelo de producción
que beneficia a los de siempre y que nos condena a la inmensa mayoría a
sostener “ideas” que nos perjudican y perjudican a toda la raza humana.
Si conseguimos
que en las escuelas no se eduque a las niñas y niños según el género, habremos
empezado a construir una nueva humanidad, en la que no tengamos que sufrir ninguna
imposición.
Anne Fausto-Sterling, Cuerpos Sexuados,
Edit. Melusina, Barcelona 2006