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domingo, 11 de abril de 2010

¿DE MADRID AL CIELO?


Este viernes pasado, día nueve, tuve que hacer un viaje relámpago a Madrid. La ciudad me gusta desde que la conocí en mi época de estudiante. Aunque ha cambiado mucho, para bien en la mayoría de los casos desde aquellos históricos setenta, sigue habiendo un olor y un ambiente propio de la ciudad que, a quienes nos gusta, satisface mucho reencontrar.
Mi hotel estaba en la Gran Vía y en un momento libre, me decidí seguir parte del itinerario catorce marcado por Clara Tahoces[i] en su libro Guía del Madrid Mágico y me acerqué a la calle Concepción Arenal, de la que habla refiriéndose a la faceta de masona de Concepción Arenal. Explica que hay muy pocas masonas, en realidad, ella y Rosario de Acuña, que es una autora muy querida en Gijón, ciudad en la que vivió muchos años. También Concepción Arenal residió en Gijón, unos quince años
Lo que yo no sabía es que iba a encontrarme con una situación, por una parte digna de la obra de Clara Tahoces y por otra con una realidad bastante cruda.
El Templo Eucarístico Diocesano San Martín de Tours, de la Adoración Nocturna Femenina Española, alberga en su interior, de planta de cruz latina y dos naves laterales, desde el 21 de abril de 1984, la tumba de Alexia González Barros.
El sepulcro de Alexia se encuentra en el primer tramo de la nave lateral izquierda, bajo un óleo que representa a la Virgen adolescente, leyendo.
La película “Camino”, dirigida por J. Fesser, está basada en el libro “Alexia Experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente, de Mª Victoria Molins[ii], en la que narra la vida de esta joven del Opus Dei, que falleció a los catorce años por un cáncer.
En la XXIII edición de los Premios Goya, la película ganó en seis de los siete categorías en las que era candidata, incluyendo mejor película, mejor guión y mejor director. Sin embargo esta película es polémica porque la familia no reconoce ni a Alexia ni los acontecimientos tal como son narrados en ella.
El proceso de beatificación está en marcha. Desde el traslado de los restos de Alexia, acuden allí numerosos amigos y devotos, para pedir su intercesión ante Dios.
El edificio primitivo, llamado Templo de Nuestra Señora de Porta Coeli, fue construido a mediados del siglo XVII. Tiene una fachada de ladrillo, que no despierta ningún interés, con dos torres cuadradas a ambos lados de la puerta principal, sobre la que se encuentra una hornacina donde hay un relieve con la Virgen de Porta-Coeli.
Cuando se entra en la calle Concepción Arenal desde la Gran Vía, la iglesia, al fondo de una pequeñísima calle, cierra el paso visualmente, de manera que parece que es un callejón sin salida.
A primeras horas de la mañana la calle ya estaba ocupada por varias prostitutas que se resguardaban en los portales de las casas a la espera de “clientes”. Lo más impactante para mí fue la visión de la Iglesia de San Martín de Tours, cerrando la visión más allá de ella, con un sacerdote vestido con sotana negra delante de la puerta con expresión “este es mi territorio, pecadoras” y un cartelón bien visible en el que se leía proclamas a favor de la vida, contra el aborto.
La vida, mientras tanto, discurre dolorosamente para esas mujeres, tan cercanas, pero que me temo que no serían bien recibidas si decidieran entrar a sentarse un momento en los bancos de la iglesia.
La coincidencia del nombre de la calle, Concepción Arenal, con la presencia de prostitutas en ella me recordó que la ilustre penalista le dedicó bastante tiempo a la cuestión “la mujer” y, cómo no, a la prostitución. De hecho, en Madrid existe un Centro Municipal Concepción Arenal, de ayuda integral a prostitutas.
Concepción Arenal, en su libro[iii] La mujer del Porvenir, dice en el capítulo V “Consecuencias para la mujer de su falta de educación”:
“La ley prohíbe a la mujer el ejercicio de todas las profesiones: sólo en estos últimos tiempos se la ha creído apta para enseñar a las niñas las primeras letras (p. 84) Y un poco más adelante, p. 85 (…) “de aquí la miseria y la desdicha bajo tantas formas; de aquí la prostitución y los matrimonios prematuros”.
Y en las pág 86-7.
La prostitución es para la mujer el más horrible de los males, y repetiremos con este motivo lo que decíamos hace años, en un libro impreso, pero no leído. (Se refiere concepción Arenal a su “Cartas a los delincuentes”).
“Nunca se conmueve tan tristemente mi ánimo como al entrar en un hospital de mujeres donde se curan las enfermedades consecuencia de la prostitución. Allí las enfermas no suelen quejarse; saben que a nadie inspiran lástima, y procuran sofocar el dolor físico lo mismo que el dolor moral con chanzas obscenas y con blasfemias y con carcajadas que, como las de un loco, hacen llorar. Quieren embriagarse con el vicio: no les queda otro recurso; quieren escupir sobre las cosas Santas parte del desprecio que inspiran; quieren negar lo que para ellas está vedado; quieren reñirse del mundo para vengarse del dolor que les causa. ¡Pobres mujeres! Son y se sienten desdichadas, y lo confiesan cuando llegan a su lado algunas de esas almas que tienen bastantes lágrimas de compasión para sofocar el fuego siniestro que brilla en la pupila de la prostituta. ¿Quién puede mirar sin profunda lástima aquel ser tan infeliz y degradado, que lleva su extravío hasta hacer gala de lo que debía darle vergüenza ¿Quién no se aflige al ver a aquella mujer, que fue inocente y fue pura, que pudo ser respetada, querida, y hoy para ganar el pan arroja a su cuerpo al muladar del vicio que le envenena, vende por algunos reales a un hombre repugnante el derecho de transmitirle una enfermedad asquerosa, y pasa continuamente de los brazos de la lujuria a la cama del hospital, donde a todos causa desprecio y asco, donde se la cura para que vuelva a servir, como a un animal que enferma y curado puede ser útil? Digo mal; esta comparación no da todavía la idea de lo que inspira en el hospital la mujer deshonesta, cuando sus mismas compañeras se burlan de sus dolores, y cuando el practicante, al cortar o quemar sus carnes, le dirige, por vía de consuelo alguna obscena chanza. Si no muere joven, ¡qué cosa más digna de compasión que su vejez anticipada y su muerte, que nadie llora!
La mujer criminal es sin duda más odiosa, pero no hay nada tan despreciable como la mujer deshonesta; no hay hombre tan vil que no se juzgue superior a ella y la desdeñe. Como la primera necesidad de su ser moral es inspirar amor y sentirlo; como, por más que haga la mujer, no puede ser feliz, sino queriendo y siendo querida, la mujer deshonesta es profundamente desgraciada; cuando dice otra cosa, miente, y mentiras son su gozo cuando parece alegre. Si pudiera verse el corazón de las mujeres impúdicas que por algún tiempo parecen dichosas, se vería su desgracia como una llaga incurable, cubierta con paño lujoso; y digo algún tiempo porque si la felicidad fuera posible, no duraría mas que su hermosura, que dura bien poco.”
No fue solo Concepción Arenal quien se preocupó por la prostitución. Desde que las mujeres tenemos posibilidades de hacernos oír, se escribe y se habla sobre ello.
Hoy asistimos a un debate, que está ya en la calle, acerca de qué hacer con la prostitución. La solución de algunos ayuntamientos de “sacar de las calles” a las prostitutas y llevarlas “a las afueras” , no hace más que añadir iniquidad a la situación.



[i] TAHOCES, Clara, (2008), Guía del Madrid Mágico, Ediciones Martínez Roca, reedición corregida y aumentada, Madrid
[ii] MOLINS, Mª Victoria, (2008), Alexia Experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente, 11ª edición, Ediciones STJ, Barcelona
[iii] ARENAL, Concepción, “La mujer del porvenir” (1861), edición V. De Santiago Mulas, Editorial Castalia.. Instituto de la mujer, Madrid 1993

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