El 28 de octubre conocimos por los medios de comunicación que el juez Garzón había desarticulado una trama de corrupción urbanística. Con el sonoro nombre de Operación Pretoria, puso a varios altos cargos del PSC y CIU en manos de la justicia, para que se haga eso precisamente, justicia. Sin embargo, las imágenes que nos sirvieron en todos los telediarios fueron vergonzosas, porque nos presentaron sin anestesia ni aviso previo, a varios seres humanos maniatados, recogiendo sus pertenencias en una bolsa de basura. Uno de ellos, que parecía bastante mayor, tenía que sujetarse, además, los pantalones, que se le caían al haberle retirado el cinturón. Dice Martha Nussbaum* en su libro El ocultamiento de lo humano. Repugnancia, vergüenza y ley[1]:
Entiendo por humillación la cara activa pública de la vergüenza. Humillar a alguien es exponerlo a la vergüenza, y avergonzar a alguien, en la mayoría de los casos, es humillarlo (al menos si la vergüenza que se provoca es lo suficientemente grave). P. 240
Estamos en un estado de derecho, en el que cualquier persona tiene la garantía de que será tratada por las autoridades con el respeto debido, independientemente de lo que pensemos sobre cuál es su grado de dignidad. Porque cuando alguien indefenso, como es el caso de los individuos maniatados, es tratado de forma indigna, la indignidad recae sobre quien la ejerce.
Dice Nussbaum:
Es natural que los escritores sobre normas sociales consideren que una sociedad digna es aquella que protege a sus miembros de la humillación, en la que la humillación es entendida como un insulto particularmente dañino hacia la dignidad humana de la persona, p. 241.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos es clara en este sentido: No podemos permitir que se trate de manera inhumana o degradante a ningún ser humano, porque como dice Nussbaum
[L]a salud emocional, el respeto por uno mismo y las relaciones mutuamente respetuosas con otros ciudadanos son “bienes primarios” que parece razonable que cualquier sociedad liberal debería poner a disposición de sus ciudadanos. P. 263
Que alguien sea un delincuente no nos da derecho moral a serlo a nosotros también.
* Martha C. NUSSBAUM es una prestigiosa filósofa americana, que estuvo propuesta para el Premio Príncipe de Asturias en la pasada edición. Actualmente imparte docencia de derecho y ética en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Derecho y Teología de Chicago
[1] NUSSBAUM, C. Martha (2006): El ocultamiento de lo humano. Repugnancia, vergüenza y ley. Buenos Aires: Katz Editores
2 comentarios:
Estoy de acuerdo por completo con el contenido. Echo de menos más entradas.
Estoy completamente de acuerdo con el contenido de Operación pretoria y animo a la autora a seguir colgando sus reflexiones en el blog.
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