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jueves, 25 de marzo de 2010

Ya tardaban


Hace unos días nos enteramos de que la Academia ¿? de la cosa daba de nuevo los premios Oscar. Para sorpresa de casi todo el mundo, la lluvia de oscares no fue para “Avatar”, sino para la película “En tierra hostil”de una mujer, Kathryn Bigelow, que obtuvo seis de los premios, uno de ellos por la mejor dirección, siendo la primera mujer en obtenerlo, y con un presupuesto “ridiculo”, de menos de diez millones de dólares.
No les quedó más remedio que hablar (poco y con reservas) de ello y lloriquear por el descalabro de Avatar. Eso los dos primeros días y luego, nada de nada.
Hasta ayer, 24 de marzo, que me encuentro en La Cuarta de El País, con que un filósofo esloveno, Slavoj Zizek, en “Boinas verdes con rostro humano”, se ve en la penosa obligación de hablar mal de la película. Lo hace como sin querer. Comienza diciendo:

(U)na modesta producción pensada para festivales tipo Sundance, y que en muchos países ni siquiera había obtenido una gran distribución.

Es decir, en pocas palabras explica que se trata de una cosita menor a la que se le han concedido los premios por:

La ideología está ahí más que nunca: estamos allí con nuestros muchachos, identificándonos con ellos
En cambio, 'Avatar' toma claro partido por los que se oponen al complejo militar-industrial. Es posible, aunque habría que matizar: con todas sus mistificaciones, Avatar toma partido claramente por los que se oponen al complejo industrial-militar mundial, retratando al Ejército de la superpotencia como una fuerza de destrucción brutal al servicio de grandes intereses industriales, mientras En tierra hostil presenta al Ejército norteamericano de un modo plenamente acorde con su propia imagen pública en este nuestro tiempo de intervenciones humanitarias y de pacifismo militarista.
Claro, sin no fuera por eso, ni la película, ni la dirección, ni el guión original, ni la mezcla de sonido, ni el montaje de sonido, ni el montaje, habrían merecido el Oscar.
Es el viejo truco, se habla mal de las mujeres que sobresalen, no vaya a ser que estas se crean que hacen algo bien. Si ese filósofo quiere censurar las invasiones de los americanos y sus aliados, bien se puede fijar en otros asuntos, como la industria armamentística, pongo por caso, en lugar de dedicar sus sesudas elucubraciones a hablar mal de la película de Bigelow.
Estoy segura de que si la hubiera hecho un tipo como Polanski, no leeríamos lo que leemos en este artículo. Les recuerdo que El pianista, de Roman Polanski, obtuvo la Palma de Oro en Cannes en 2002, y es calificada como una obra maestra del cine contemporáneo.
Este director es un individuo que reside en Francia porque no puede entrar en EE.UU. donde le aguarda una condena de cincuenta años por haber drogado y violado a una niña de trece. En el pianista relata con pelos y señales cómo sobrevive un individuo en una Varsovia devastada, sin que sepamos porqué eso es tan importante. Su actitud es absolutamente insolidaria. No muestra empatía con nadie. El que un nazi le salve la vida porque es un gran pianista, con la lectura consiguiente de que los nazis no son tan malos, que también tienen su corazoncito, debería haber hecho reflexionar a los críticos y a los filósofos, eslovenos o no, acerca de lo peligroso que resulta semejante sugerencia.
Cuestionar éticamente a las mujeres es también otra técnica de desprestigio y ninguneo contra la que debemos manifestarnos cada vez que ocurre.

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